TANCAMPANTE
Separata / Un viaje de rumores
Separata / Un viaje de rumores
En 1999 festejando
los ochenta años de la publicación de poema
“A Anna Blume” del emblemático Kurt
Schwiters, la gobernación de Baja Sajonia (coordinada por el Dr. G. Weiberg, el escritor Klaus Stadmüller y el diseñador Dietrich zur Nedden) hizo una inusual
convocatoria mundial para homenajear al autor del poema: consiguieron que 154
poetas de 137 países, uno por cada lengua de cada país (teniendo en cuenta las
culturas multilingües) hicieran una versión libre, personal y/o con modismos
dialectales, del poema “A Anna Blume” (1919).
La presentación del
resultado se realizó durante la Expo-Mundial
de Hannover 2000, la gobernación edita el libro A-N-N-A! : Kurt Schwitters' Gedicht "An Anna Blume" con
los facsímiles de las traducciones recibidas del poema.
La convocatoria pedía
además a quienes quisieran hacerlo, una versión oral, grabada, para ser enviada
junto al poema traducido escrito a mano. Estas interpretaciones sonoras del
poema (no precisadas en el libro), fueron editadas por el músico y compositor Stephan Froleyks (en el Soundbox Studio, en abril del 2000) y transformadas en en ocho
collages que finalmente se editaron en un CD que acompaña el libro. Fueron
pensadas como piezas de radio arte y transmitidas durante la Expo-Mundial.
Dicho álbum se tituló: “A-N-N-A! Hörensagen / Hearsay” (A-N-N-A! Rumores).
También se publicó un segundo libro para la
ocasión: “Anna Blume Züruck Pun” (Anna Bluma Ida y Vuelta). En éste figuraron
los poetas participantes del primer proyecto de traducción que habían aceptado
el desafío de enviar, además de la traducción, un poema propio en estilo,
estructura, temática o cierta afinidad con Anna Blume.
Quince poetas fueron
invitados a asistir a la Expo-Mundial para hacer en vivo la puesta en voz de sus
traducciones: Gabriel Rosentock
(Escocia); Andres Ehin (Estonia); Pearl Seloma (Botswana); Joe Friggieri (Malta); Niki Johnson (Jamaica); Héctor Piccoli (Argentina); Alicia Torres (Venezuela); Marie Claire Dati (Camerún); Dr. Toruradj Tahnema (Irán); Galsan Tschinag (Mongolia); Salah Helal (Egipto); Monique Ilboudo (Burquina Faso); Lindsey Collen (Isla Mauricio); Vasile Poenaru (Rumania) y Luis Bravo (Uruguay).
Precisamente, este último recuerda como fue la
presentación escénica del proyecto:
Allí
cada uno presentaba su lectura en un espectáculo para el cual tuvimos un par de
ensayos previos. Lo original fue que el inicio del recital empezaba con los
performers ubicados en el subsuelo del escenario diciendo en forma simultánea y
en varias lenguas el poema. Ese coro polifónico subía lentamente en un
escenario móvil hasta alcanzar el nivel del auditorio. Una vez ante el público
se finalizó la puesta en voz simultánea, y cada uno comenzó a hacer su puesta
en voz individual. A mí me tocó ser el primero en recitar la versión personal
del poema.
El poeta Luis Bravo
escribió en su momento una crónica, un recuerdo con formato de diario de viaje,
que nos sirve para ilustrar las jornadas vividas en torno a la Expo-Mundial y
comprender en parte la fiesta realizada en homenaje a Schwitters, que se
vincula obviamente al CD que compartimos con ustedes.
Crónica
/ Diario, fragmentario e inconcluso de Hannover a Berlín.
Voy en
tren desde Hannover hacia Berlín. De la Baja Sajonia queda el aura Schwitters,
donde quince poetas (podría decirse de países "no metropolitanos")
fuimos convocados para homenajear su arte y su memoria. Me refiero al dadaísta
(artista plástico y poeta) Kurt
Schwitters, que naciera en esa ciudad. Tras haber sido quemadas sus obras por
el nazismo, y expuestos sus collages en la muestra de "arte
degenerado" (lo que históricamente es un honor), Schwitters salva el
riesgo de ser gaseado él mismo, exiliándose primero en Noruega, y luego en
Inglaterra, donde muere (con pena, y miseria sin gloria) en 1948. El
reversionar en diferentes lenguas su juvenil poema Anna Blume (compuesto en
1919), fue el motivo que nos reunió en su tierra natal. La idea y realización
de tan audaz proyecto provino de la Cancillería de la Baja Sajonia, y más
personalmente del Dr. Gerd Weiberg y el escritor Klaus Stadtmüller, junto a un
equipo de colaboradores en varias lenguas. La performance de poetas
seleccionados por sus puestas en voz de Anna Blume en su propia lengua, fue
representada en el Pabellón Alemán de la Feria universal de Hannover por 15
poetas de 137 países del mundo de entre un total de 154 traducciones. Durante
siete inolvidables días de convivencia multicultural donde la gente nos recibió
en sus casas, repletas de conversaciones flotantes que van del inglés al
alemán, pasan levemente por el francés, y finalizan en algún vocablo español:
"muchas gracias", por ejemplo.
Llevo, traigo, en el equipaje de la memoria:
el antiguo acento gaélico del irlandés Gabriel Rosentock; algunos romances de
Federico García Lorca recitados por la voz potente del gran poeta estonio
Andres Ehin; la cadencia de la lengua setswana en la más grácil sonrisa de
Pearl Seloma (Botswana); el humor flemático del maltés Joe Friggieri; la
musicalidad de Jamaica, en la juvenil Niki Johnson; la lucidez intelectual de
mi compadre rioplatense Héctor Piccoli; el místico silencio hindú de la
venezolana Alicia Torres; la femeneidad en equilibrio con el feminismo de la
actriz Marie Claire Dati, con sus coloridos trajes cameruneses; el susurro de
la delicadeza persa de Susane y el Dr. Toruradj Tahnema; el canto oral de Galsan
Tschinag, de Mongolia; la atenta observanacia egipcia de Salah Helal; la
simpatía de Monique Ilboudo, de Burquina Faso; el creol de Isla Mauricio en la
voz de Lindsey Collen; las bromas indescifrables del joven rumano Vasile
Poenaru. Mientras el tren avanza hacia Berlin, dejando rastros veloces de
árboles en la ventanilla, la cinta cordial de los sonidos de tantas lenguas,
hace su melting po(é)t(ico, al azar, en random.
El
poeta colombiano, Jaime de la Gracia, a quien sólo conozco vía la página Web de
la revista Café Berlin, me espera en la Zoologischegarten. Recorro el andén, y
por alguna razón su figura, de saco blanco y camiseta negra, se me hace
invisible.
Jaime recorre el
mismo andén, con un cartelito en letras verdes y amarillas que dice: Uruguay.
Una joven alemana le dice, cómplice: "yo vengo en el vagón Uruguay, pero
aquí no viene ningún uruguayo".
El uruguayo desciende
dos y tres escaleras, con la valija de rueditas en una mano, y en la otra el
afiche facsímil del poema Anna Blume, que Schwitters publicara como aviso en
los diarios alemanes de 1919.
Me instalo luego bajo
el reloj cuadrado, en el medio de la entrada principial de la Estación de
trenes, exactamente sobre un sol, hecho de mozaicos, esperando la sonrisa
iluminadora de Jaime, que no aparece.
El reloj, implacable,
da cuenta de los largos 120 minutos del desencuentro.
Tras varias
operaciones de rastreo, Jaime vuelve a su casa.
Tras varias
operaciones de rastreo, Luis, llama por teléfono a casa de Jaime.
En esa delgada línea
virtual de las voces acuerdan encontrarse en la calle Ratisborstrabe, donde
vive Jaime. El taxi devora 20 minutos y 30 marcos.
Jaime, indiano de
largo pelo rizado y negro, saco y pantalón blancos, abre la puerta del taxi con
una sonrisa.
En el
Monte de la Cruz (imposible recordar su grafía alemana) se dan cita: la bohemia
artística, el cosmopolitismo berlinés (turcos, rusos, latinos, chinos, y
otros), la marginalidad anárquica de los jóvenes punk; mezcla de razas y
costumbres que dan al lugar un aire de barrio del mundo.
Al atardecer salimos
con Jaime en busca de Hernán Renner, exiliado chileno, de origen judío alemán.
Nos sentamos frente a unas cervezas, en uno de los tantos Cafés a la orilla del
río Spree. Asisto a un ping-pong de opiniones entre Jaime y Hernán sobre temas
varios en los que, sin jamás ponerse de acuerdo, se complementan de maravillas:
la cultura alemana, la vieja R.D.A., el régimen soviético, la interna de los
artistas latinos en Berlín, los amores, las leyes de protección civil, más
mujeres. Hernán se impone, finalmente, como un talentoso narrador oral: su
vida, esa novela de 63 años jamás escrita, queda allí, flotando en el aire
veraniego, en fragmentos.
Hoy es
viernes 9 de junio. La cita es con el poeta peruano, José Pablo Quevedo.
En Berlín es común
que los encuentros sean personalizados. Por ejemplo, los "conciertos en la
cocina": dos o tres músicos, cellistas tocando en un pequeño departamento
adonde asiste un grupo de amigos a escuchar y tomar cerveza.
El encuentro con
Jaime y José Pablo será así. Tres poetas se citan a las 6 de la tarde, en
Berlin Este, frente a la orilla del Spree, en uno de sus tantos canales, en lo
que estos amigos han dado en llamar "la banca Vallejo". Allí iba
César, a sentarse, a leer, a escribir dicen, inventan…la banca es un banco de
plaza rodeado de lavandas violetas, en ese escenario leemos cada uno sus poemas
al aire libre, con un invitado de honor que sólo nosotros tres vemos y
convocamos.
Luis Bravo, 2000, a
las puertas del milenio.
POST SCRIPTUM
Se lee en el libro: Los “Rumores” se hicieron utilizando
grabaciones de la traducción poética de Schwitters. Las versiones fueron leídas
por sus respectivos autores. Recomendamos el uso de auriculares, ya que se
produjeron varios pasajes con tecnología de grabación binaural (Dummy Head).
Los audios editados
por Stephan Froleyks recuperan el espíritu del collage schwitteriano, de las lecturas simultaneístas
Dadá. De alguna manera reflejan ese comienzo de la presentación en vivo. Sin
duda la variedad de calidades de las cintas recibidas hacían imposible la
presentación de las mismas por separado, sin embargo, de este modo, ese “ruido”,
esa pluralidad de lenguas cobran sentido, éste babélico collage demuestra el
interés global por la obra de uno de los más significativos vanguardistas de
comienzos del siglo XX.
La fotografía del flayer fue tomada frente al pabellón de la Feria de Hannover donde se realizó el homenaje, y están allí los 15 poetas participantes junto a Gerd Weiberg, el gestor del evento (cortesía del Archivo L.B.).
La fotografía del flayer fue tomada frente al pabellón de la Feria de Hannover donde se realizó el homenaje, y están allí los 15 poetas participantes junto a Gerd Weiberg, el gestor del evento (cortesía del Archivo L.B.).
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