lunes, 8 de junio de 2020

SEPARATA / Ouro em pó



TAN CAM PAN TE

Separata / Ouro em pó


Es frecuente que el ser humano reconozca en los gritos de ciertos animales rasgos fonológicos que terminan convirtiéndose para él, en huella identitaria de los mismos.
El filósofo alemán Gottfried Liebniz consideraba a la onomatopeya como forma primitiva del habla humana, una forma de crear palabras a partir de un sonido determinado. La onomatopeya surge entonces como un ícono acústico que puede tener fuentes naturales o artificiales, aunque también puede sugerir diversos estados de ánimo. El simbolismo fónico entre sonido y significado es un elemento característico para entender su definición.
La onomatopeya en su función interpretativa o imitativa, pocas veces adquiere un significado discursivo comprensible para algún lenguaje en particular y  cuando esto sucede, esta onomatopeya por lo general es producto de una “voz” proveniente del mundo natural. Hay veces que podemos escuchar claramente al Pithangus sulphuratus (Benteveo) decir en su canto: “bicho feo” (bichofeo), “bien te veo” (bienteveo), “bicho fue” (bichofué) o “Cristo fue” (cristofué) dependiendo de las variantes idiomáticas del español en cada región que se oye y esta percepción termina por darle ese ornitónimo al pájaro en cuestión.
Montiel Ballesteros utiliza una curiosa transcripción fonética para recrear en una onomatopeya el ruido que produce la arena llevada por la brisa entre los pastizales de los médanos: “Siiiiiiiiiiigan!” que sin duda alguna parte una base sonora real.
En todo caso, las onomatopeyas que construimos a partir de la interpretación de las máquinas pocas veces tienen un valor delocutivo, es por ello que encuentro fascinante este breve diálogo (razón de este análisis) establecido entre el carioca Pedro de Souza Rocha (docente, investigador, editor, performer y poeta) más conocido como Pedro Rocha y la BWL 09B/127 (Lavarropas automática Whirpool, Brastemp).
Esta grabación realizada por Rocha establece un ida y vuelta entre el hombre y la máquina, un coro repetitivo con valor casi mántrico, diciendo en un claro portugués: “ouro em pó” (oro en polvo). La voz de Rocha se va superponiendo brevemente sobre la “voz” de la BWL con una sincronización perfecta en la que se nos hace difícil saber quién es quién en este breve registro. El mismo no es un montaje de estudio sino que se realizó al aire, direccionando el micrófono hacia uno u otro de los interlocutores para revalorizar cada registro en particular, aunque como se puede apreciar la diferencia obviamente es mínima. Resulta difícil saber qué voz es la que se humaniza o cual se maquiniza.
Obviamente es claro que tal vez para un hablante sueco, por ejemplo, no le hubiese llamado la atención el “ruido” producido  por el lavavajillas, sin embargo para Rocha fue más sencillo escuchar la “letanía” de la BWL por utilizar ambos un código acústico similar.
El chirriar de las correas, el retumbar del cilindro en el chasis, el ronroneo del motor nos convoca a repensar nuestra relación con las máquinas y las nuevas tecnologías de inteligencia virtual, esas que hoy nos son tan amables gracias a nuestra interacción diaria con asistentes personales como Siri, Cortana, Alexa o Bixby, algo que hemos ido naturalizando desde el 2014 a la fecha.
Pareciera que tuviéramos que volver a la mirada marinettiana del mundo, para encontrar una profecía de voces:

…que anuncian el próximo descubrimiento de leyes de una verdadera sensibilidad en las máquinas. Es preciso preparar también la futura é inevitable identificación del hombre con el motor, facilitando y perfeccionando un cambio continuo de intuiciones, de ritmos, de instintos y de disciplinas metálicas…

Debemos recordar que el desarrollo del maquinismo como esencia de la primera revolución industrial, trajo aparejado desde fines del siglo XVII hasta el presente, un temor morboso que pareciese implicar la sustitución definitiva del hombre por la máquina, en todos sus aspectos.
Y tal vez ese sea el significado de la frase “oro en polvo” con que nos previene la fiel BWL, comprender la diferencia que existe entre las máquinas que nos sirven de las que se servirán de nosotros.

El futuro está en marcha.





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