“Habrá patria para todos o no habrá patria para nadie” (Aparicio Saravia, 1904)
La
poética tupamara
“Los sonidos de la revuelta” pretende
ser una escucha de lo que acontecía en el Uruguay, previo al Golpe de Estado cívico
militar perpetrado el 7 de junio de 1973, o tal vez deberíamos replantear la
fecha del Golpe, y atribuirlo en realidad al llamado “Pacto de Boiso Lanza”,
del 12 de febrero de ese mismo año, un acuerdo firmado entre el presidente y
los militares, que le otorgaba a estos últimos: "la misión de brindar seguridad
al desarrollo nacional". En fin…
En todo caso, no es el interés de esta
nota plantear un estudio del devenir político partidario nacional, que llevó a
propiciar dicho desenlace, esto es algo que se ha estudiado de manera exhaustiva,
habiendo enormes bibliografías al respecto, que obviamente, nunca podrán
ponerse de acuerdo.
En esta serie de tres capítulos llamada
“Los sonidos de la revuelta” recuperamos algunos ejemplos de la producción
sonora artística en las que se puede ver o mejor dicho: oír, el reflejo del
tiempo convulso que sonaba durante esos años.
La idea es recuperar una serie de registros fonográficos comerciales o casuales, que por diversos motivos (Golpe de estado, dictadura y censura mediante) permanecen todavía hoy en día, en el olvido o desmemoria. Hay un mainstream y canon “revolucionario” que reivindica continuamente a figuras que imponen un estándar de “resistencia” y de “compromiso político en el arte”, lo que por supuesto, parecería que está bien. La intención de este racconto es visibilizar, hablar de otros trabajos, ajenos a la escolástica de la superstar revolution; para que los mismos no caigan en la desidia desmemoriada de la crítica santificada.
El primer capítulo lo dedicamos al olvidado L.P. “Canciones del festival de Marcha”, un trabajo editado con la finalidad de recaudar fondos para el Cine Club de Marcha y el segundo capítulo, lo dedicamos a difundir un material sonoro prácticamente desconocido, periférico de los happenings de Teresa Vila, realizado por músico e investigador Conrado Silva.
En este tercer capítulo abordamos otro
curiosísimo trabajo, un disco simple editado en Chile, llamado: “Los Tupamaros
cantan” (LMX 38 – LPVE 6583, 1972).
La escucha de esta obra, debemos hacerla
desde la perspectiva de entenderla como el intento de una autoconstrucción
épica, una narración que busca aproximarse a los antiguos cantares de gesta, la
búsqueda de comenzar a escribir una nueva epopeya
de la revolución tupamara.
Ya Luis Camnitzer, en su interesante
trabajo “Didáctica de la liberación” (pp. 65-66, ed. HUM / CCE – CCBA, 2008) señalaba:
Si
existe una línea que separa el arte de la política, hay dos eventos en América
Latina que tocan esta línea desde sus zonas respectivas. Los Tupamaros
ejemplifican a la política acercándose todo lo posible al borde artístico de la
línea. (…) hay que afirmar enfáticamente que los Tupamaros nunca se declararon
artistas o consideraron que estaban haciendo arte; fueron claramente un
movimiento guerrillero (si bien idiosincrático). Y hay que advertir, también,
que al analizar sus operaciones como fenómeno estético uno corre el peligro de
minimizar las partes desagradables de la
actividad guerrillera diaria, además de atribuirle características
románticas fuera de escala (en su momento la prensa extranjera los calificaba
de “Robin Hoods”) y de distorsionar los sucesos.
(Subrayado propio)
Aquí en primer lugar, debemos señalarle a
Camnitzer que ningún conflicto bélico conlleva “actividades agradables”, y en
segundo lugar, recordarle que dentro del movimiento Tupamaro, encontramos ocupando
puestos en los diferentes escalafones de la estructura guerrillera, a una buena
cantidad de artistas que trabajaban dentro del campo de la plástica, las letras
o la música y que esta pieza sobre la que vamos a realizar una aproximación, es
precisamente un “objeto artístico-revolucionario”. Un trabajo de propaganda, de
automoción, producido no desde un plano separado por una línea, sino desde las
trincheras cavadas en el campo de la cultura. Prácticamente todos los
movimientos revolucionarios sesentistas manejaban en mayor o menor grado, un
índice consiente y confeso de espectacularidad,
utilizando recursos no militares.
También convendría señalarle a un desprevenido o poco atento lector, que aquí pretendemos analizar un objeto artístico (revolucionario), dejando el juicio histórico y moral sobre esa época, a quienes ya han escrito (como dijimos con anterioridad) voluminosas bibliotecas a favor o en contra de cualquiera de los participantes en los sucesos acaecidos durante aquellos años funestos.
Las primeras preguntas que podemos hacernos sobre este trabajo en particular, son: ¿por qué este simple fue editado en Chile? ¿Con qué finalidad? ¿Quiénes lo interpretaron?
En los datos bibliográficos del poeta
uruguayo (docente y ex–guerrillero tupamaro) Miguel Ángel “Cristo” Olivera,
encontramos bajo el título de fonograma,
el nombre de este disco, y también en los pocos streaming web en que podemos
escuchar este álbum, los únicos datos que aparecen, son de la autoría de los
poemas que allí se recitan, señalando a Olivera como responsable de los mismos
y el huapango titulado “Tupamaros” perteneciente en texto e interpretación a la
mexicana Judith Reyes.
Cuando consultamos al “Cristo” Olivera, para que nos describiera el devenir de la concepción del disco, nos encontramos con la curiosa historia de que el propio escritor se enteraría de su existencia de manera casual ¡recién en el año 1988! Esta “aventura” contiene fragmentos de política nacional e internacional, jurisprudencia olvidada, conspiraciones, grupos paramilitares, atentados y conjuros guerrilleros, como no podía ser de otra manera. Que sean sus propias palabras las que narren la historia:
Estimado
Juan Ángel… sí… asumo la autoría de los poemas y de Estrella Roja (Designado
Himno del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros). El resto de las
canciones son de autorías variadas así como los intérpretes.
El
exilio uruguayo está mal contado, se sabe, lo que hay es poco y malo. Distintas
problemáticas de tan largo período de diáspora y las luchas intestinas de los
aparatos y tendencias lo ha hecho una tierra de nadie, sin relato, sin
narrativa cierta, veraz ni suficiente.
El
disco de marras surge en el comienzo de nuestro destierro, fines de 1970, Pachecato[1], Medidas Prontas de Seguridad[2].
Los cuarteles llenos de presos sindicales, las cárceles con unos 400 presos
políticos, ¡un disparate! Fracasaron todos los intentos de liberación de los
prisioneros (ni por canje, ni por fuga, aún…) La caída de Pando (octubre 1969)
engrosaron las filas carcelarias. Yo estaba preso en Punta Carretas. L@s
compañeros que “salían en libertad” de las cárceles, eran detenidos en la
puerta misma de los penales e internados “por tiempo indeterminado”, según las Medidas Prontas de Seguridad quedaban al
arbitrio del Poder Ejecutivo, ergo, Pacheco y sus esbirros. Así se iban
llenando los cuarteles. A mí me tocó salír en diciembre, me “cazaron” en el
portón de Punta Carretas y fui a jeder[3]
a los calabozos del FUSNA (entonces Cuadro de Mando Integral).
Había
triunfado la Unidad Popular en Chile, con Allende. Nuestros abogados
encontraron una chicana legal, un gambito a “la justicia burguesa”… los
“retenidos” a capricho del gobierno podían optar por la expulsión del país, el
exilio. Así lo hicimos, y los primeros 11 náufragos marchamos al destierro. Era
fin de año del 70. En Santiago recibimos el año nuevo en la casa del poeta
Julio Huasi, empezábamos bien. Nos establecimos, formamos una Columna del MLN
en el exterior bautizada “La Guacha”, fue creciendo, cada jueves llegaba un
vuelo de Alitalia con una veintena de compañeras y compañeros salidos de los carcelajes[4].
En pocos meses el voluminoso contingente rondaba los 500 integrantes. Nos organizamos en grupos estrictamente
compartimentados entre sí. Hicimos lo nuestro, Chile era un trampolín para
“regresar a la lucha” en Uruguay, (¡!). En lo personal, tenía en marcha la
edición de un libro en Montevideo, fruto
de Punta Carretas, a cargo de los poetas Sarandy Cabrera y Julio Garategui,
llegué a Pudahuel portando unos cuadernos de la cana[5]
con otro libro casi pronto. Pero mis intenciones y compromiso no eran
precisamente literarias, o por lo menos no eran mi prioridad. No obstante,
pronto llegó mi libro editado: “Canto sin Rejas”. El proceso, la dinámica y los
planes me llevaron a Cuba a entrenarme. Quedaron
en Chile mi libro y mis papeles caneros[6]…
Regresé a Uruguay clandestino para sumarme a los preparativos de la fuga de Punta
Caretas (el “Abuso”). Nada supe entonces del disco “Los Tupamaros cantan” (Un
título horroroso si los hay, dado que entre nosotros a las delaciones las
llamábamos “cantadas”, cantar era sinónimo de batir[7]
la cana) En Chile, el proceso sí que
se cantaba a viva voz, un pueblo alegre, musical, eufórico, canciones y
grabaciones por doquier, el canto popular
en alto con los Kilapayún, los Parra y centenares de autores e intérpretes
entusiasmados con “la vía chilena al socialismo”, es decir: lograrlo sin
disparar un solo tiro, (¡!). Nosotros éramos más tranquilos, le dábamos a una
guitarrita, cantábamos “Sentados al cordón de la vereda” y… lagrimeábamos, la
distancia dolía. En Punta Carretas ya teníamos cantores presos, y se logró
grabar un disquito con canciones artiguistas
(creo que 4 temas) en un “extended play” que pasó al olvido y se lo tragó el
fárrago represivo.
La
intención era divulgar la idea y a la vez “hacer finanzas”, nunca supimos qué
pasó con el disco. A la “boutique” que tenían nuestros familiares para vender
nuestras manualidades (boniatos) de “arte” y artesanías de los presos, le
pusieron una bomba y voló todo a la
mierda. El Disco “Los Tupamaros Cantan”, indudablemente fue editado después de
la fuga del Abuso (6 de setiembre / 1971)
dado que contiene una canción alusiva y la carátula es un precioso dibujo de la
“hazaña”.
Yo
me enteré de su existencia en julio de 1988, en Chile, durante el desarrollo
del impresionante “CHILE CREA”. Encabezando la organización de dicho evento se
encontraba el pintor chileno José Balmes, de origen catalán. En tal magnífico
mega evento (la delegación uruguaya de invitados era como de 30 personas, entre
las que habían tres poetas: Tatiana Oroño, Fernando Beramendi y “el Cristo”) la
organización del evento nos puso un auto con chofer y un “custodio” de
seguridad permanente, aún era la dictadura de Pinochet y lo “pacos[8]”
actuaban a diario y detenían a participantes en los eventos que hacíamos (¡unos
400 en una semana!) en varios puntos del país. Mi “custodia”, un día, me trajo
un regalo un cassette de audio, me dijo: “es un souvenir de cuando ustedes
estaban acá”, era una grabación de “Los Tupamaros cantan”. Recién 5 años
después, otro amigo chileno me trajo de regalo el disco físico, concreto, que
atesoro. Desde que conocí la existencia del disco hice averiguaciones. Varios
de los poemas son de “Cantos sin rejas”, otros son de los papeles caneros que dejé en Santiago. Pregunté a
sobrevivientes de la época de “La Guacha”, identifiqué voces, supe algún
detalle como que fue hecho “para hacer finanzas” legales, además de la
divulgación y agitación política que el contenido provocaba entonces. Se
prefirió mantener el anonimato de quienes no pusieron su nombre en los datos de
carátula, lo respeté hasta hoy, lo hicieron los “compañeros” a secas, (aquella
férrea compartimentación de nuestra etapa chilena caló hondo), Es más, desde
que conocí el disco, pensé que Julito Huasi había tenido algo que ver en su
producción, sin embargo, en marzo del 87, unos días antes de matarse, vino a Montevideo
“a despedirse” me dijo, crípticamente, y no me comentó nada al respecto (yo aun
no conocía la existencia de la grabación). Hubo iniciativas de reeditar “Los Tupamaros
cantan” (teníamos el sello “Canto
Libre”, pero no se concretó) Hoy es una pieza de museo, pienso donarlo al Museo
de la Memoria. En fin, Juan Ángel, poco más puedo decirte…
(Notas y subrayados propio)
Volviendo al curioso álbum, podemos
señalar que posee una estructura clásica de poema + canción, que mantienen una
relación entre sí, un formato del que ya teníamos antecedentes: “Canciones y
poemas orientales” de Osiris Rodríguez Castillo (Antar-Telefunken, PLP5018 -
1962) y “Hombres de nuestra tierra” de Daniel Viglietti y Juan Capagorry
(Antar-Telefunken, PLP 5054 - 1964), un formato que tendría su punto más alto
en nuestro país en 1985 con la primera serie de “A dos voces” (Orfeo, SULP 90749) interpretados por Mario Benedetti
y Daniel Viglietti.
Los poemas de Olivera llevan una lectura
clara, pausada con tonos emotivos y en algunos casos con música casual, siendo
acompañados con canciones que refuerzan la idea de la lectura, las mismas
recorren diferentes estilos y ritmos musicales: huella, pericón, chamarrita, candombe,
huapango y un himno.
El sobre del disco simple, en el frente
lleva un dibujo-caricatura que muestra como los presos organizan su fuga de una
cárcel, mediante un túnel cavado que los lleva a una casa en frente del propio
reclusorio y la estrella-logo de cinco puntas del movimiento. La contratapa
lleva frases alusivas al MLN:
“Nosotros
en diez años de lucha condensados a partir de 1968 hemos librado una batalla
por ganar sectores cada vez más amplios de nuestro pueblo. Y en gran medida lo
hemos conseguido”.
Como
producto de la lucha surge esta forma de expresión popular, estas guitarras
«patria librando cantos» esta manera nuestra de vomitar canciones y poemas con
un claro contenido revolucionario y nacional.
“La
nación es el pueblo. Asumir el nacionalismo es asumir las tareas históricas de
ese pueblo. América Latina puede ser una gran nación”.
A
todos los pueblos hermanos, a los compañeros que están luchando, a los que
están prisioneros, a los que han caído… dedicamos este testimonio «militante y
circunstancial porque lo permanente es la acción».
“El
pueblo que hoy tenemos que ganar, necesita tener conciencia clara de que el
triunfo es posible, de que la ruta es viable…»
Resaltamos
la solidaridad de los compañeros chilenos que han permitido la salida de este
disco.
Habrá
patria para todos o no habrá patria para nadie.
Movimiento
de Liberación Nacional (Tupamaros)…
En el interior del mismo se adjunta un
pliego que de un lado lleva las letras de las “Canciones” y del otro de los
“Poemas”.
Respecto a la canción de Judith Reyes, sabemos que fue grabada en el año 1970, e ignoramos si su inclusión contó con el conocimiento de la autora, este tema aparecerá en otros discos de la cancionista mexicana (primera cantante de protesta de su país). En el año 1977, en el L.P. titulado simplemente “Judith Reyes (VDES 021)” editado en su exilio europeo por el sello francés “Disques Vendémiaire”, incluiría en el lado B, la serie completa de sus canciones “tupamaras”: Los Tupamaros / Corrido de la toma de Pando / Los cantegriles / La "Redota".
Los demás autores e intérpretes, como
señalara Olivera, han mantenido el anonimato desde aquél entonces, tal vez
algún día se pueda completar la ficha técnica con los mismos.
La empresa que fabricó el disco simple
fue "Industria de Radio y Televisión – S.A.", dueña del sello
discográfico IRT, que funcionaría entre 1972 y 1980. Las plantas de la misma
pertenecían a la sucursal chilena de RCA Víctor, llamada por aquel entonces Corporación De Radio De Chile - S.A., la que
fue nacionalizada en el 72 por el Gobierno de Salvador Allende.
En la actualidad, el catálogo de IRT
Discos fue adquirido por Comercializadora e Industrial Fonográfica PV,
y algunos de los trabajos publicados han sido remasterizados por el sello ARCI
Music Chile.
Otra rareza de este álbum es que tiene
una edición italiana de ese mismo año, realizada por el sello “I Dischi del
Sole” que se dedicaba a la difusión de trabajos de folklore y principalmente
canciones comprometidas con temas sociales y políticos. Esta edición lleva por
título: “Canciones Tupamaros 1972 – Canti politici dell´America Latina – 2 –
Uruguay” (DS 77), la tapa no presenta el dibujo de la edición chilena, lleva
una foto de algún grafiti-mural montevideano en el que se lee: “Tupamaros” y se
ve la estrella-logo de cinco puntas del movimiento; la contratapa es aún más
combativa, la que lleva escrito en castellano: “Solidaridad de todos los
pueblos con Uruguay, un pueblo en pié de guerra”.
Este nuevo simple tiene una ligera modificación en el orden de los temas, pero la diferencia más llamativa está dada en que todos los temas llevan la autoría de “Vitavisia”, seudónimo de la conocida cantautora y etnomusicóloga italiana: Giovanna Marini, muy vinculada en los 60´s a la difusión de canciones revolucionarias y políticamente comprometidas, principalmente con la izquierda italiana. Es dable imaginar que el disco al ser distribuido por un sello oficial italiano (para realizar finanzas legales para el MLN) debería necesitar un “testaferro” autoral para poder cobrar las ganancias de los mismos y parecería que la opción más práctica (al mantenerse sus autores en el anonimato por razones políticas) era que Marini aceptara ese desafío. Sin embargo estas son sólo suposiciones.
El álbum “Los Tupamaros cantan” resulta
finalmente una pieza de arte más que
interesante, un documento sonoro político-propagandístico poco conocido, del que
poco sabemos, por ejemplo su tiraje, cómo se hizo el contacto con el sello
italiano, si todo el trabajo que llevó su edición chilena y reedición italiana
dieron los frutos esperados. Si las finanzas pudieron ayudar a los tupamaros
exiliados, porque para cuando se dio el Golpe de Estado, en el Uruguay el MLN
ya estaba desarticulado, con la mayoría de sus dirigentes presos y el resto en
el exilio. Preguntas que tal vez nunca tengan respuesta.
FICHA
DE AUDIO
01
- Poema 2 · Huella de la victoria
02
- Poema 3 · Pericón
03
- Poema 14 · La manija
04
- Poema 23 · Los Tupa
05
- Poema 28 · Chamarrita
06
- Poemas 8 y 9 · Candombe
07
- Poema 11 · Estrella roja · Poema 36
Un
agradecimiento especial al “Cristo” Olivera, siempre dispuesto a colaborar en
estas investigaciones.
[1] Medidas represivas tomadas durante el gobierno del presidente Jorge Pacheco Areco (1967-1972).
[2] Recurso constitucional de suspensión de garantías constitucionales.
[3] Heder, oler mal, pasar por un mal momento.
[4] Cárceles.
[5] Cárcel.
[6] Carcelarios, de la cárcel.
[7] Delatar.
[8] Carabinero, policía chileno uniformado.
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