jueves, 27 de febrero de 2020

SEPARATA / Un viaje de rumores



TANCAMPANTE

Separata / Un viaje de rumores

En 1999 festejando los ochenta años de la publicación de poema  “A Anna Blume” del emblemático Kurt Schwiters, la gobernación de Baja Sajonia (coordinada por el Dr. G. Weiberg, el escritor Klaus Stadmüller y el diseñador Dietrich zur Nedden) hizo una inusual convocatoria mundial para homenajear al autor del poema: consiguieron que 154 poetas de 137 países, uno por cada lengua de cada país (teniendo en cuenta las culturas multilingües) hicieran una versión libre, personal y/o con modismos dialectales, del poema “A Anna Blume” (1919).
La presentación del resultado se realizó durante la Expo-Mundial de Hannover 2000, la gobernación edita el libro A-N-N-A! : Kurt Schwitters' Gedicht "An Anna Blume" con los facsímiles de las traducciones recibidas del poema.
La convocatoria pedía además a quienes quisieran hacerlo, una versión oral, grabada, para ser enviada junto al poema traducido escrito a mano. Estas interpretaciones sonoras del poema (no precisadas en el libro), fueron editadas por el músico y compositor Stephan Froleyks (en el Soundbox Studio,  en abril del 2000) y transformadas en en ocho collages que finalmente se editaron en un CD que acompaña el libro. Fueron pensadas como piezas de radio arte y transmitidas durante la Expo-Mundial. Dicho álbum se tituló: “A-N-N-A! Hörensagen / Hearsay” (A-N-N-A! Rumores).
También se publicó un segundo libro para la ocasión: “Anna Blume Züruck Pun” (Anna Bluma Ida y Vuelta). En éste figuraron los poetas participantes del primer proyecto de traducción que habían aceptado el desafío de enviar, además de la traducción, un poema propio en estilo, estructura, temática o cierta afinidad con Anna Blume. 

Quince poetas fueron invitados a asistir a la Expo-Mundial para hacer en vivo la puesta en voz de sus traducciones: Gabriel Rosentock (Escocia); Andres Ehin (Estonia); Pearl Seloma (Botswana); Joe Friggieri (Malta); Niki Johnson (Jamaica); Héctor Piccoli (Argentina); Alicia Torres (Venezuela); Marie Claire Dati (Camerún); Dr. Toruradj Tahnema (Irán); Galsan Tschinag (Mongolia); Salah Helal (Egipto); Monique Ilboudo (Burquina Faso); Lindsey Collen (Isla Mauricio); Vasile Poenaru (Rumania) y Luis Bravo (Uruguay).
 Precisamente, este último recuerda como fue la presentación escénica del proyecto:

Allí cada uno presentaba su lectura en un espectáculo para el cual tuvimos un par de ensayos previos. Lo original fue que el inicio del recital empezaba con los performers ubicados en el subsuelo del escenario diciendo en forma simultánea y en varias lenguas el poema. Ese coro polifónico subía lentamente en un escenario móvil hasta alcanzar el nivel del auditorio. Una vez ante el público se finalizó la puesta en voz simultánea, y cada uno comenzó a hacer su puesta en voz individual. A mí me tocó ser el primero en recitar la versión personal del poema.

El poeta Luis Bravo escribió en su momento una crónica, un recuerdo con formato de diario de viaje, que nos sirve para ilustrar las jornadas vividas en torno a la Expo-Mundial y comprender en parte la fiesta realizada en homenaje a Schwitters, que se vincula obviamente al CD que compartimos con ustedes.

Crónica / Diario, fragmentario e inconcluso de Hannover a Berlín.

Voy en tren desde Hannover hacia Berlín. De la Baja Sajonia queda el aura Schwitters, donde quince poetas (podría decirse de países "no metropolitanos") fuimos convocados para homenajear su arte y su memoria. Me refiero al dadaísta (artista plástico y poeta)  Kurt Schwitters, que naciera en esa ciudad. Tras haber sido quemadas sus obras por el nazismo, y expuestos sus collages en la muestra de "arte degenerado" (lo que históricamente es un honor), Schwitters salva el riesgo de ser gaseado él mismo, exiliándose primero en Noruega, y luego en Inglaterra, donde muere (con pena, y miseria sin gloria) en 1948. El reversionar en diferentes lenguas su juvenil poema Anna Blume (compuesto en 1919), fue el motivo que nos reunió en su tierra natal. La idea y realización de tan audaz proyecto provino de la Cancillería de la Baja Sajonia, y más personalmente del Dr. Gerd Weiberg y el escritor Klaus Stadtmüller, junto a un equipo de colaboradores en varias lenguas. La performance de poetas seleccionados por sus puestas en voz de Anna Blume en su propia lengua, fue representada en el Pabellón Alemán de la Feria universal de Hannover por 15 poetas de 137 países del mundo de entre un total de 154 traducciones. Durante siete inolvidables días de convivencia multicultural donde la gente nos recibió en sus casas, repletas de conversaciones flotantes que van del inglés al alemán, pasan levemente por el francés, y finalizan en algún vocablo español: "muchas gracias", por ejemplo. 

Llevo, traigo, en el equipaje de la memoria: el antiguo acento gaélico del irlandés Gabriel Rosentock; algunos romances de Federico García Lorca recitados por la voz potente del gran poeta estonio Andres Ehin; la cadencia de la lengua setswana en la más grácil sonrisa de Pearl Seloma (Botswana); el humor flemático del maltés Joe Friggieri; la musicalidad de Jamaica, en la juvenil Niki Johnson; la lucidez intelectual de mi compadre rioplatense Héctor Piccoli; el místico silencio hindú de la venezolana Alicia Torres; la femeneidad en equilibrio con el feminismo de la actriz Marie Claire Dati, con sus coloridos trajes cameruneses; el susurro de la delicadeza persa de Susane y el Dr. Toruradj Tahnema; el canto oral de Galsan Tschinag, de Mongolia; la atenta observanacia egipcia de Salah Helal; la simpatía de Monique Ilboudo, de Burquina Faso; el creol de Isla Mauricio en la voz de Lindsey Collen; las bromas indescifrables del joven rumano Vasile Poenaru. Mientras el tren avanza hacia Berlin, dejando rastros veloces de árboles en la ventanilla, la cinta cordial de los sonidos de tantas lenguas, hace su melting po(é)t(ico, al azar, en random.

El poeta colombiano, Jaime de la Gracia, a quien sólo conozco vía la página Web de la revista Café Berlin, me espera en la Zoologischegarten. Recorro el andén, y por alguna razón su figura, de saco blanco y camiseta negra, se me hace invisible.
Jaime recorre el mismo andén, con un cartelito en letras verdes y amarillas que dice: Uruguay. Una joven alemana le dice, cómplice: "yo vengo en el vagón Uruguay, pero aquí no viene ningún uruguayo".
El uruguayo desciende dos y tres escaleras, con la valija de rueditas en una mano, y en la otra el afiche facsímil del poema Anna Blume, que Schwitters publicara como aviso en los diarios alemanes de 1919.
Me instalo luego bajo el reloj cuadrado, en el medio de la entrada principial de la Estación de trenes, exactamente sobre un sol, hecho de mozaicos, esperando la sonrisa iluminadora de Jaime, que no aparece.
El reloj, implacable, da cuenta de los largos 120 minutos del desencuentro.
Tras varias operaciones de rastreo, Jaime vuelve a su casa.
Tras varias operaciones de rastreo, Luis, llama por teléfono a casa de Jaime.
En esa delgada línea virtual de las voces acuerdan encontrarse en la calle Ratisborstrabe, donde vive Jaime. El taxi devora 20 minutos y 30 marcos.
Jaime, indiano de largo pelo rizado y negro, saco y pantalón blancos, abre la puerta del taxi con una sonrisa.

En el Monte de la Cruz (imposible recordar su grafía alemana) se dan cita: la bohemia artística, el cosmopolitismo berlinés (turcos, rusos, latinos, chinos, y otros), la marginalidad anárquica de los jóvenes punk; mezcla de razas y costumbres que dan al lugar un aire de barrio del mundo.
Al atardecer salimos con Jaime en busca de Hernán Renner, exiliado chileno, de origen judío alemán. Nos sentamos frente a unas cervezas, en uno de los tantos Cafés a la orilla del río Spree. Asisto a un ping-pong de opiniones entre Jaime y Hernán sobre temas varios en los que, sin jamás ponerse de acuerdo, se complementan de maravillas: la cultura alemana, la vieja R.D.A., el régimen soviético, la interna de los artistas latinos en Berlín, los amores, las leyes de protección civil, más mujeres. Hernán se impone, finalmente, como un talentoso narrador oral: su vida, esa novela de 63 años jamás escrita, queda allí, flotando en el aire veraniego, en fragmentos.

Hoy es viernes 9 de junio. La cita es con el poeta peruano, José Pablo Quevedo.
En Berlín es común que los encuentros sean personalizados. Por ejemplo, los "conciertos en la cocina": dos o tres músicos, cellistas tocando en un pequeño departamento adonde asiste un grupo de amigos a escuchar y tomar cerveza.
El encuentro con Jaime y José Pablo será así. Tres poetas se citan a las 6 de la tarde, en Berlin Este, frente a la orilla del Spree, en uno de sus tantos canales, en lo que estos amigos han dado en llamar "la banca Vallejo". Allí iba César, a sentarse, a leer, a escribir dicen, inventan…la banca es un banco de plaza rodeado de lavandas violetas, en ese escenario leemos cada uno sus poemas al aire libre, con un invitado de honor que sólo nosotros tres vemos y convocamos.
                                             
Luis Bravo, 2000, a las puertas del milenio.


POST SCRIPTUM

Se lee en el libro: Los “Rumores” se hicieron utilizando grabaciones de la traducción poética de Schwitters. Las versiones fueron leídas por sus respectivos autores. Recomendamos el uso de auriculares, ya que se produjeron varios pasajes con tecnología de grabación binaural (Dummy Head).

Los audios editados por Stephan Froleyks recuperan el espíritu del collage schwitteriano, de las lecturas simultaneístas Dadá. De alguna manera reflejan ese comienzo de la presentación en vivo. Sin duda la variedad de calidades de las cintas recibidas hacían imposible la presentación de las mismas por separado, sin embargo, de este modo, ese “ruido”, esa pluralidad de lenguas cobran sentido, éste babélico collage demuestra el interés global por la obra de uno de los más significativos vanguardistas de comienzos del siglo XX.

La fotografía del flayer fue tomada frente al pabellón de la Feria de Hannover donde se realizó el homenaje, y están allí los 15 poetas participantes junto a Gerd Weiberg, el gestor del evento (cortesía del Archivo L.B.).   
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario